La aparición la pizarra digital interactiva, (PDI), promete ir desplazando a un segundo plano a las clásicas pizarras de tiza, o las de rotuladores que se pueden borrar. Si bien, la principal limitación para su uso, viene de su coste económico, que puede ser prohibitivo para algunos centros.
Una PDI, "es un sistema tecnológico, generalmente integrado por un ordenador, un videoproyector y un dispositivo de control de puntero, que permite proyectar en una superficie interactiva contenidos digitales en un formato idóneo para visualización en grupo. Se puede interactuar directamente sobre la superficie de proyección, permitiendo escribir directamente sobre ella y controlar los programas informáticos con un puntero (a veces incluso con los dedos)".
Su utilización centrada en alumnos con discapacidad, ofrece posibilidades difíciles de pensar hasta hace poco tiempo. Por una parte, en ella se pueden aplicar todo tipo de utilidades informáticas que facilitan el acceso a personas con deficiencia visual; magnificadores de pantalla, teclados, etc. Pero por otro lado, permite otro tipo de uso como:
- Realización de actividades específicas por parte de alumnos con dificultades motoras (en la PDI se puede interactuar sin ratón ni teclado).
- Programas centrados en la estimulación, en la relación causa efecto, o incluso la aproximación a la lectoescritura.
También con alumnado con dificultades de aprendizaje puede ser un instrumento muy enriquecedor. Se favorece que el alumno centre su atención, que pueda interactuar con el programa. También una participación distinta del profesor, ya que se puede concentrar más en observar a sus alumnos y atender sus preguntas. Además, las recursos a visionar en clase pueden prepararse con antelación, y ser guardados para otros cursos.
La potencialidad de las PDI es enorme. Quizá la dificultad, en estos momentos, sea la preparación pedagógica de los educadores para poder sacar todo el partido a este instrumento.
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