La accesibilidad completa

Mucho se habla del concepto de accesibilidad que ofrecen los sistemas informáticos para personas con algún tipo de discapacidad.  Estamos acostumbrados a leer sobre programas que facilitan la lectura de la pantalla, transforman sonidos en alertas visuales, o son capaces de convertir los movimientos de los ojos en recorridos del puntero, por ejemplo.

Ahora bien.  ¿Es real que muchos de esos programas sean accesibles?.  Por que más allá de que posibiliten la interacción hombre-máquina, está el otro gran escollo a superar; me refiero al coste económico.  Normalmente se parte de la base de que la mayoría de las aplicaciones que facilitan la accesibilidad se instalan en sistemas operativos privativos.  Esto significa que tienen un coste económico, y un código cerrado, es decir, no se pueden modificar.

Tenemos otra alternativa:  El Software libre.  Su definición (Free Software Foundation, "Free software definition" –http://www.gnu.org/philosophy/free-sw.html– [120]), hace referencia a las libertades que puede ejercer quien recibe este software, concretamente cuatro:

1. Libertad para ejecutar el programa en cualquier sitio, con cualquier propósito y para siempre.
2. Libertad para estudiarlo y adaptarlo a nuestras necesidades.
3. Libertad de redistribución.
4. Libertad para mejorar el programa y publicar sus mejoras.

Esto significa que cualquier software considerado como libre (en general bajo la licencia GPL), es susceptible de distribución gratuita y de adaptación a las necesidades concretas de utilización.

Hoy en día, hablar de software libre es, sobre todo, hablar de Linux.   Las distintas distribuciones de este sistema operativo, son mundos llenos de proyectos colaborativos, de preguntas y respuestas y con muchas aplicaciones que responden a las necesidades de accesibilidad de las personas con discapacidad.  Optemos por este tipo de programas.  Realmente estaremos haciendo las nuevas tecnologías mucho más cercanas, sin emplear una versión restrictiva de la palabra ACCESIBILIDAD.